Rena Kanokogi (1935-2009)

RENA KANOKOGI (1935-2009)

Rena

Rena “Rusty” Kanokogi una pionera del Judo femenino
Queremos dejar claro que la incursión de la mujer en las Artes Marciales no ha sido una tarea fácil a lo largo de la Historia, y de manera destacada en las competiciones a nivel internacional.

Es de destacar el casi de Rena “Rusty” Kanokogi, que fue la primera mujer que consiguió que el Judo femenino fuese incluido en los Juegos Olímpicos.

Rena “Rusty” Kanokogi, murió en el 2009 a los 74 años, con la victoria de haber sido la única mujer estadounidense que logró ser séptimo Dan en Judo.

Digamos que la vida de Rena no fue sencilla, sobre todo cuando decidió entrar en el mundo del Judo, con el condicionante de ser una mujer en un Arte Marcial “destinado” a hombres.

Rena Kanokogi nació en 1935 en el hogar de una familia judía al sur de Brooklyn. Este era un sitio peligroso en la época que ella nación, pues eran habituales las bandas callejeras. No obstante, ella forjó, y con ese entorno violento, una fuerte personalidad que le sirvió para sobrevivir en una época y un lugar nada favorables.

Así, su vida transcurría hasta que un día un amigo, que había tomado clases de Judo, en el Centro de Jóvenes Cristianos de la ciudad, tuvo la buena idea de enseñarle una llave que había aprendido en uno de los entrenamientos. A pesar que el joven pesaba casi diez kilos menos que ella pudo derrumbarla sin esfuerzo, lo cual le llamo la atención a Rena.

Tras este acontecimiento, decidió aprender un poco más en torno a estas técnicas, buscando un sitio donde recibir clases, optando por el Centro donde aprendía su amigo. En principio el instructor del Centro no quería tenerla como alumna, ya que se trataba de un arte reservada para los hombres, pero ella persistió y logró su cometido, comenzando a tomar clases de Judo, encontrando en él una maravillosa forma de canalizar energías y un instrumento de defensa excelente.

En el largo camino que recorrería debería enfrentarse a los hombres que no aceptaban una mujer en ese ámbito y esto le costó entre otras lesiones un brazo roto, así como las dos clavículas y varias fracturas en los dedos de los pies. Algo que debió pasar y sufrir para seguir adelante con sus deseos de ser judoca.

Pero esto no fue motivo para que se detuviera, ya que era realmente buena en el Judo, sobre todo teniendo en cuenta que al ser la única mujer de la clase siempre entrenaba con hombres, lo que mejoró su fuerza y también su técnica.

Pasaron los años y en 1959 fue seleccionada, representando el equipo de Brooklyn Central, para competir en los Campeonatos de aquel año en el Estado de Nueva York. Pero su entrenador previendo que el hecho de que al ser la única mujer podría traerle problemas, le aconsejó que cortase su cabello y se vendase el pecho para pasar lo más desapercibido posible el hecho de ser chica, algo que ella cumplió sin problemas con tal de competir.

Ella comenzó como reserva, pero al sufrir una lesión uno de sus compañeros ocupó su lugar. El entrenador le recomendó que no llamara la atención, con lo que le pidió que consiguiera combates nulos, pero su condición de ganadora la llevo a derrotar a sus adversarios, llevándose el Brooklyn Central el triunfo absoluto. Pero cuando descubrieron que era una mujer, se le obligó a renunciar a la medalla, ya que de lo contrario el equipo quedaría descalificado. Asi lo hizo.

Digamos que este hecho hizo que ella luchara, todavía más porque las mujeres fueran aceptadas en el Judo, llevándola a ser famosa por su lucha y en 1962 fue la primera mujer en entrenar en el Kodocan, en las afueras de Tokio, donde estuvo una semana entrenado y donde se ganó tanto el respeto como la admiración de los maestros más importantes del mundo en esa disciplina.

Fue allí donde también conocería a su marido el judoca japonés Ryohei Kanokogi, de quien llevaría su apellido y con quien tendría dos hijos que fundarían muchos años después varios dojo en la ciudad de Brooklyn.

En 1970 dejó las competiciones habiendo obtenido el cinturón negro séptimo dan y comenzó su labor en la enseñanza del Judo dedicándose también al arbitraje y por sobre todo seguir potenciando el Judo femenino.

Fue ella quien organizó, en 1980, el primer Campeonato del Mundo en Nueva York. Mantuvo su lucha de integración de la mujer consiguiendo que en 1988, en Seúl, el judo femenino fuera incluido en el programa olímpico en Seúl, actuando ella como seleccionadora del equipo olímpico estadounidense.

Tuvieron que pasar los años, para que llegaran los reconocimientos, así en 2008 recibió la Orden del Sol Naciente, la más importante condecoración civil que se entrega en Japón y en agosto de 2009 poco antes de morir fue invitada a una ceremonia donde cincuenta años después el Estado de Nueva York le entregó la medalla que merecidamente había ganado y a la que renunció por el sólo hecho de ser mujer.

También este año la Federación Internacional de Judo en reconocimiento a la gran labor realizada por esta extraordinaria mujer la incluyó en el Salón de la Fama de esta organización que rige los destinos de esta arte marcial en todo el mundo.

Gracias a Rena “Rusty” Kanokogi, una mujer comprometida con su creencia de igualdad entre los sexos, hoy las miles de mujeres que practican Judo pueden estar en un dojo y practicar un arte marcial que ya no es exclusividad masculina.